En una reciente cumbre internacional, Argentina se ha destacado como el único país del G20 que optó por no suscribir un documento comprometido con la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer. Este documento, inicialmente acordado por las ministras y secretarias de Mujeres y de Igualdad de los países miembros, será presentado formalmente en la próxima cumbre del G20 en noviembre en Río de Janeiro.

La decisión de Argentina ha generado un debate considerable tanto a nivel nacional como internacional. Llama poderosamente la atención el hecho de que países tradicionalmente conservadores como Arabia Saudita hayan acordado apoyar el documento.

Este mismo llama a la promoción de una serie de políticas enfocadas en la igualdad de género, la eliminación de la violencia de género, y la mejora de las condiciones económicas para las mujeres.

La postura de Argentina es, en parte, un reflejo de la política exterior del gobierno del presidente Javier Milei, quien durante una intervención reciente en las Naciones Unidas, ya había manifestado una clara ruptura al no unirse al «Pacto del Futuro». Este acto en el ámbito internacional parece ser otro ejemplo de la política de «disociación» a la que Milei ha referido anteriormente.

Frente a la decisión de Argentina, figuras como Vanessa Dolce de Faria, Alta Representante para Temas de Género del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil, han manifestado críticas severas. «Cuando la extrema derecha avanza, las mujeres pierden», afirmó Dolce de Faria, enfatizando que la posición firme de Brasil es considerar la igualdad de género como un tema innegociable.

En el documento que elaboró el Grupo de Trabajo sobre Empoderamiento de las Mujeres del G20 y que se presentó el viernes pasado, titulado “Declaración del Presidente sobre Igualdad de Género y Empoderamiento de las Mujeres”, se establecieron una serie de recomendaciones de políticas y sugiere profundas reformas no solo para la autonomía económica de las mujeres sino también para áreas clave como la acción climática y la eliminación de la misoginia.

La propuesta, respaldada por los gobiernos participantes excepto Argentina, pretende posicionarse como una hoja de ruta esencial para proseguir en la lucha por la igualdad de género a nivel internacional.